martes, 28 de agosto de 2007

La Simple Decencia


Durante el fin de semana pasado, el sábado 25, profesores y administrativos recientemente renunciados de la UDLA se reunieron para un 'Comida de Honor' acompañados de sus familias. Los anfitriones del evento fueron Eric Gueguen, ex-Jefe de Marketing Internacional, y Mark Ryan, ex-Decano de Colegios. El próposito era dar a los asistentes el debido reconocimiento por sus años de trabajo en la UDLA que no recibieron del deplorable liderazgo de la Universidad. A continuación palabras del Dr. Mark Ryan escritas para la ocasión.
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Simple Decencia
Dr. Mark B. Ryan
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Este evento encuentra su razón en la premisa de que la simple decencia en las relaciones humanas no sólo tiene lugar en el gobierno académico, pero en que, de hecho, es crucial para la salud de la vida de cualquier institución de educación superior. El elemento esencial de dicha decencia es seguramente el respecto para cada individuo, y un reconocimiento a sus esfuerzos en bienestar de toda de la comunidad.
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Aquí en este jardín, está representada la suma, en horas de trabajo, de literalmente siglos de servicio leal a la Universidad de las Américas. Todos ustedes conocen las circunstancias en que salimos, enfrentando oficinas bloqueadas, cerradas con candados, un ejército/una formación de guardias de seguridad, computadoras confiscadas, prohibiciones para entrar al campus, y acusaciones absurdamente falsas. En lugar de esos gestos humillantes, desde luego, debió de haber, si íbamos a salir, honores y tributos, medallas y condecoraciones, y tal vez banderas y mariachis y poesía, reconociendo el trabajo que todos ustedes han hecho para la Universidad.
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Todos nosotros fuimos parte de un esfuerzo, una empresa, que ha tomado décadas construir. Muchos de nosotros estuvimos en la UDLA tiempo suficiente para recordar cuando realmente se sentía como una comunidad unida por un ideal: crear una universidad privada y secular en México, de primer nivel, de reconocimiento internacional. Cuando llegué a la UDLA hace doce años, el sentido de comunidad, y la unidad detrás de ese ideal, era penetrante y manifiesto, y fueron tan fuertes esas cualidades como cualquier otro factor las que me persuadieron a quedarme aquí. Enrique Cárdenas frecuentemente decía que para los que trabajábamos ahí, estar en la UDLA era no sólo nuestro trabajo, era nuestra vida. En ese momento, esas palabras eran ciertas, y capturaban una realidad que hacía de la Universidad, o así me lo parecía a mí, un lugar muy especial.
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Una universidad es desde luego mucho más que las administraciones, que vienen y se van. Es una extensa comunidad de profesores, administradores, estudiantes y trabajadores, del pasado y presente, que comparten una visión, cuyas vidas están vinculadas unas con otras por experiencias y recuerdos y tareas y descubrimientos compartidos, y quienes colectivamente, a causa de esas experiencias en común, conocen una parte del otro. El alimento de ese sentido compartido de comunidad es vital para el futuro de cualquier institución educativa: perpetúa la lealtad que motiva a sus miembros a llevar a la institución al futuro y a hacerla mejor para las generaciones venideras. No hay tal alimento para la comunidad sin la simple decencia, sin la percepción por parte de los líderes del valor de la contribución de cada persona, sin reconocimiento del trabajo bien hecho.
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Hace tres o cuatro años, nos visitó el Dr. Gordon Gee, el entonces presidente de la Universidad de Vanderbilt. El Dr. Gee es el líder mejor pagado, y ciertamente uno de los más exitosos, de las universidades en Estados Unidos; hasta ahora ha sido presidente de cinco de ellas. En una tarde con él, creo que entendí la clave de su éxito. Era notablemente empático con la gente que conocía, capaz de ver su valor, de descubrir, de sacar, de reconocer y honrar, aún en una primera reunión, lo que ellos podrían contribuir al proyecto de la comunidad. Al ver ese valor, al reconocer que él mismo tenía mucho que aprender de la gente con quien trabajaba, inspiraba confianza a los demás; y él se hacía a sí mismo, parte de la vida común de cada universidad que ha encabezado.
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Ojalá que la UDLA algún día de nuevo esté bajo un liderazgo que entiende a la comunidad, que reconozca el valor de la gente que hay en ella, que vea la necesidad de la simple decencia. Mientras tanto, nos reunimos aquí para reafirmar ese ideal, para acordarnos de él, para practicar la decencia aún cuando el liderazgo de la UDLA la ha abandonado, y para reconocer públicamente lo que ese liderazgo ha fallado reconocer: el gran valor que cada uno de nosotros llevó a la institución. Con ese reconocimiento hoy, espero, estaremos mejor equipados para ir hacia delante al rico futuro que seguramente nos espera a todos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Y hablando de simple decencia que hace el estupido de Sebastian en esa foto ???

Bill & Ted dijo...

Coincido, ese ni decencia ni vergüenza. Pero el Karma solito se despacha, suerte con ello Sebastián.

Bill

Anónimo dijo...

Sebastian es como un Manuel Vargas cualquiera. Primero te enojas con el por haberse vendido, luego te das cuenta que solo los utilizaron cual esquineras de cuarta.

Mi admiración a los profesores y administrativos por el coraje que siempre demostraron.

ESTUDIANTE

Anónimo dijo...

jajaja buena analogia ;)

Anónimo dijo...

Sobastián ??? jajaja lamepatas de palou, con su copetito de puñal, no se por que lo invitaron, capaz que se invito solo el wey, ahora si ya odia a palou, no? nomas porque le quitó el hueso,

Anónimo dijo...

repito lo que puse en el blog de esquivel (para que todo el mundo lo sepa). sabían que sebastián lo corrieron de udla consultores por malversación de fondos??? y no lo corrieron de la udla por consideración a su papá. así se las juega el tipejo.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios sobre las personas que NO están en la foto. Este evento fue modesto, solamente una reunión de profesores y administradores “recientemente renunciados”. De veras, pensamos en la posibilidad de tener un evento para todos los despedidos desde 2005, pero no fue factible. Las cifras que yo tengo indican que haya algunos 200 personas que se han despedido o salido desde 2005, quizá más. Y como notó un anónimo, esto no cuenta los profesores de tiempo parcial quienes no recibieron nuevos contratos. No tuvimos una manera de comunicarnos con todos ellos. Habría sido inevitable que muchos no habrían recibido la invitación, y no tuvimos los recursos para un evento tan grande. Pero el hecho que el grupo en nuestra fiesta era solamente de personas recientemente renunciadas de ninguna manera indica que los otros se han olvidado.

En pocos días, espero que los lectores de este blog puedan ver mi largo relato de la historia de gobernación de la UDLA bajo del rector actual.

Anónimo dijo...

decencia, coherencia y congruencia; gracias Claudia, Tony, Pepe y Jorge por lo que me han enseñado.

De Sebastián...se rumora que cuando fue despedido el comentó con algunas personas que temía por su vida, qué tanto sabrá de Palou y los Jenkins...quizás habría que preguntarle.